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10/Ene/2018

   Ciertos factores como son el grado de fatiga que soporta una zona muscular, desequilibrios dietéticos, condiciones ambientales adversas, ejercicios de estiramientos o calentamiento que no se realizan de forma correcta o la práctica de actividades deportivas sin preparación gradual pueden aumentar la vulnerabilidad de una persona a la aparición de una rotura fibrilar.

   Cuando esta lesión se da, pueden afectarse sólo unas cuantas fibras o aparecer una rotura de la estructura muscular en su totalidad. Es por ello que podemos identificar una jerarquía de cuatro grados en función de la gravedad y extensión de este tipo de lesión, como es la siguiente:

Rotura de Grado I: Son pocas fibras las que presentan desgarro, y en caso de que haya hematoma intramuscular, su tamaño es inferior a 1 cm.

Rotura de Grado II: El desgarro presentado es inferior a un tercio del músculo, y el tamaño del hematoma es menor a 3 cms.

Rotura de Grado III: Más de un tercio de la superficie total del músculo se encuentra desgarrada, y está presente edema extenso.

Rotura Grado IV: Este grado supone la rotura total de la estructura muscular. El hematoma presentado es de gran tamaño, y existe pérdida de funcionalidad.

 

¿ Por qué es importante la presencia de hematoma?

   Principalmente porque es un indicador de la gravedad de la lesión, que necesita de un seguimiento y control para evitar adherencias y además de la necesidad de pruebas diagnósticas para determinarlo.

 

¿ Cómo aborda la fisioterapia este tipo de lesión?

   Por lo general, se procede a realizar un tratamiento dividido en tres fases de seguimiento, una inicial denominada inflamatoria o destructiva, una intermedia , reparadora o reconstructiva, y una fase final de remodelación. El tratamiento de este tipo de lesión puede tener carácter preventivo ( cuando el trabajo muscular al que se somete la zona es extenso o existen antecedentes de rotura anterior en la zona) y tratamiento postlesión.

   Como suele suceder en cualquier tipo de tratamiento en fisioterapia, el estado físico previo y el seguimiento de las recomendaciones del profesional sanitario son claves durante la evoluación del tratamiento y recuperación de la zona.


 


 

 


04/May/2016

     Una de las razones que comúnmente llevan a acudir al fisioterapeuta a las personas que realizan con frecuencia algún tipo de práctica deportiva son las roturas fibrilares. A pesar de que puedan parecer de menor complejidad que otro tipo de molestias o lesiones, es importante tanto su correcto diagnóstico como tratamiento, ya que tanto el ritmo de recuperación como la reincorporación a la actividad deportiva y rutinas de la vida diaria van a depender en gran parte de los mismos.

      En primer lugar, es elemental realizar un correcto diagnóstico diferencial, desechando la posibilidad de que se trate de una molestia menor como una distensión o una contractura muscular. Para ello, además de la observación, entrevista diagnóstica y exploración se suele emplear también una ecografía. Por lo general, la rotura fibrilar cursa con dolor focalizado, aunque dependiendo del grado con el que se presente ésta, pueden también aparecer un hematoma producto de una hemorragia interna e incluso mareo o sudor frío.

       Las roturas fibrilares pueden presentarse en cualquier zona muscular, pero se dan con mayor frecuencia en aquellas áreas relacionadas con una mayor actividad durante la práctica deportiva. Normalmente suelen aparecer porque esa zona se encontraba más vulnerable debido a otra lesión previa, como resultado de una carga en exceso, estiramientos bruscos, fatiga excesiva, golpes o incluso caídas.

       La duración del proceso de rehabilitación es variable, ya que inciden diversos factores en él ( edad, peso, seguimiento de recomendaciones, tamaño de la rotura…) pero en líneas generales el proceso de recuperación dura entre 8-10 días cuando se trata de una rotura de grado 1, de 3 a 4 semanas cuando es moderada ( grado 2) y de 1-3 meses cuando es grave o denominada grado 3.

       Entre las medidas que se suelen incluir en los programas de rehabilitación de este tipo de lesión encontramos la aplicación de frío, reposo, masaje drenante, movilización pasiva suave, vendaje, estiramientos de diferente intensidad o ejercicios de readaptación de carga, cuya aplicación irán variando a medida que va evolucionando la recuperación, y siempre ajustándose a las características propias que presenta la persona.

      Cualquier persona, haya presentado en alguna ocasión o no una rotura fibrilar, está expuesta a la posibilidad de ello, es por eso por lo que se recomienda a modo de prevención que se realicen ejercicios de estiramiento y calentamiento previos y posteriores a la exposición de un esfuerzo o actividad física considerables.

 

 

 

 


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Centro de Fisioterapia y Rehabilitación, ubicado en el centro de Sevilla, especializado en el tratamiento individual a través de la terapia manual

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